Se puede entender las emociones, como la reacción automática que tenemos frente a
un estímulo, en ese mismo sentido, Chóliz, M. (2005) lo define como una “experiencia
afectiva en cierta medida agradable o desagradable, que supone una cualidad fenomenológica característica y que compromete tres sistemas de respuesta: cognitivo-subjetivo, conductual-
expresivo y fisiológico-adaptativo”. Teniendo en cuenta, los tres sistemas que propone el autor, el cognitivo-subjetivo es muy importante ya que es el que antecede a la emoción, es
decir, la interpretación que se da a determinada situación, despierta un emoción agradable o
desagradable en la persona, lo cual se verá reflejado en los otros dos sistemas (el fisiológico
y el conductual) como respuesta a esa emoción.
Ahora bien, diferentes autores han tratado de establecer cuántas emociones existen,
en este artículo se toma como referencia a Ekman, P. (citado en Chóliz, M. 2005) ya que fue
uno de los autores más relevantes en el estudio de la emoción, considerando que son seis las
emociones básicas (ira, alegría, asco, tristeza, sorpresa y miedo). En ese sentido, ninguna
emoción se puede clasificar como negativa o positiva, puesto que cada una tiene su función
adaptativa, por lo tanto, la experiencia de todas es necesaria en algún momento determinado
de la vida.
Sin embargo, cuando no se les da el manejo adecuado, o cuando se convierte en un
sentimiento intenso, haciendo referencia que su duración puede ser larga en el tiempo es
cuando se puede volver negativa, debido a que las consecuencias que genera en las personas,
terminan siendo perjudicial tanto para su salud física como mental, ya que aparte de generar
afectaciones a nivel personal, también puede alterar otras esferas de la vida como la familiar,
la laboral y la social.
Es por esto que se da a conocer la importancia de tener una inteligencia emocional,
esta es definida por López y Arango (2002) como la capacidad de dominar las emociones;
consiste en saber reconocer lo que se siente, controlar las respuestas emocionales, aprender
a automotivarse y a entusiasmarse con lo que se quiere. Definir y conseguir metas, afrontar la vida con confianza y optimismo, comprender los sentimientos de los demás, pero esta no
solo va relacionada en conocer y controlar mis emociones sino también en saber reconocer
emociones las de los demás.
Referentes Bibliográficos
Chóliz, M. (2005): Psicología de la emoción: el proceso emocional. Recuperado de:
www.uv.es/=choliz.
López E. y Arango T. (2002). Inteligencia Emocional. Aprendiendo y creciendo juntos:
Bogotá (Colombia). Ediciones Gamma S.A.